🤖 Natalia Denegri vs. Google

01/04/2022
Hola ¿cómo estas? En las últimas semanas en Argentina se viene hablando mucho del llamado Derecho al Olvido, a raíz de un conflicto que lleva seis años y este mes llegó a la Corte Suprema de Justicia. Natalia Denegri, actual empresaria gastronómica y conductora de televisión radicada en Miami, solicita a Google que desindexe su nombre de ciertos contenidos que la muestran como participante de un hecho que 26 años atrás tuvo una gran repercusión mediática. Algunas miradas apuntan que, en este caso, la demanda va en contra de la libertad de expresión y el derecho a la información.
Los 90 en Argentina y un caso que marcó una época
En octubre de 1996, el mánager de fútbol Guillermo Coppola - quien llevó la carrera de Diego Maradona durante 18 años- fue detenido acusado de formar parte de una banda dedicada al narcotráfico luego de que, en medio de un operativo policial en su casa, se encontrara un paquete de cocaína dentro en un jarrón.
Mas tarde quedaría demostrado que se trató de un caso “armado”: todo había sido montado por el ex juez Hernán Bernasconi que llevaba la causa. Pero, en ese momento, el Caso Coppola se convirtió en un verdadero escándalo mediático que transcurrió principalmente en el programa de televisión “Mediodía con Mauro”, conducido por Mauro Viale. Era un programa que había empezado como periodístico, pero rápidamente cambió a un formato de talk show donde las personas invitadas discutían y peleaban al aire, un recurso que se instaló en varios programas de la época para sumar en audiencia.
Durante largos meses, personas vinculadas al -y no tanto- al caso protagonizaron en el programa fuertes peleas, mezclando insultos, agresiones físicas y acusaciones de todo tipo. Algunos personajes se volvieron recurrentes, como Samanta Farjat, Natalia Denegri y Julieta Lavalle, tres chicas de entre 19 y 22 años que se convirtieron en protagonistas de la pantalla.
En los 90 el mundo todavía era mayormente analógico. Internet era un incipiente universo tosco y al mismo tiempo fascinante que comenzaba abrirnos sus puertas. En Argentina, las PC (computadoras personales) apenas se veían en algunos hogares y los poquísimos teléfonos celulares que se usaban eran grandes, pesadísimos y solo servían para hacer llamados.
Internet Explorer llegaba para revolucionar el mercado, pero todavía faltaban algunos años más para la irrupción de Google y una larga década para la llegada de YouTube, Facebook y el resto de las plataformas de redes sociales. La televisión era uno de los pocos dispositivos que nos conectaba masivamente.

Natalia Denegri en las audiencias de la Corte Suprema de Justicia
Natalia vs. Google
Seis años atrás, Natalia Denegri pidió a la justicia argentina que Google desindexe su nombre de contenidos vinculados al Caso Coppola. No son todos los contenidos: son precisamente 21 artículos publicados en los diarios Clarín y La Nación, y 11 videos de YouTube. Tampoco pide que se borren, desindexar no es borrar. Su demanda es que se desvincule de los resultados de búsqueda que contenga su nombre ese listado de contenidos.
La indexación es la acción por la cual los bots de rastreo del buscador clasifican y registran en una base de datos los contenidos de los sitios web, hacen una especie de índice y ranking para luego mostrar los resultados adecuados según las búsquedas que realizan usuarias y usuarios.
Google no es dueño de las páginas web ni de sus contenidos, pero sí tiene control sobre los resultados que despliega; que no son ascépticos ni neutrales, porque están atravesados por muchos factores: nuestra ubicación geográfica, nuestro comportamiento e interacciones que son registrados cuando estamos “navegando”, la alta o baja popularidad de los sitios y contenidos, o la pauta publicitaria, entre otros. Los contenidos desindexados no desaparecen. Se puede acceder a ellos a través de otras fórmulas de búsqueda o bien desde otro navegador.
Natalia cuenta con dos fallos a su favor pero con una excepción: los artículos periodísticos no podían removerse por tratarse de contenidos de interés público, pero algunos de los 11 videos sí. Google apeló la sentencia y es por eso que el caso llegó al máximo tribunal argentino. Para la empresa, la decisión de la Justicia atenta contra la libertad de expresión y “restringe el acceso a contenido periodístico, artístico o humorístico de carácter legal que involucra a una persona que fue y es pública por su propia voluntad y se relaciona con un caso judicial de interés público”.
En las dos audiencias que se realizaron fueron convocados diversos oradores para debatir el tema, sus aristas y alcances. Quienes apoyan a Google equiparan el reclamo de Denegri a un acto de censura, mientras que desde la defensa sostienen que los contenidos que solicitan desindexar no tienen valor informativo y al mismo tiempo ponen en evidencia la violencia mediática que vivió Natalia.
Denegri y sus abogadxs enmarcan el caso en el denominado Derecho al Olvido, que en Argentina no existe como tal pero que en otros lugares del mundo ya viene tomando forma. En Europa, por ejemplo, rige desde 2016 luego de que Mario Costeja denunciara a Google por publicar una información sobre él que era obsoleta: una deuda que había sido saldada hacía años.
Sobre este punto, en un artículo publicado en Letra P, Martín Becerra, especialista en medios y Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), afirma: “A diferencia del caso Costeja (donde aparecía como deudor un sujeto que ya no lo era), la información que refiere al ‘caso Cóppola’ que se solicita deslinkear no es falsa o errónea, y tampoco compromete datos personales o sensibles de Denegri, sino que es un archivo de comportamientos pasados, públicos y voluntarios, que no se ajustan a la autopercepción reputacional de la demandante en el presente”.
Quizás el término “Derecho al Olvido” no sea el mejor y tengamos que pensar otra denominación, sin eufemismos, que pueda contemplar también las particularidades de cada caso o pedido.
Por todas las Natalias
“Soy la voz de las millones de Natalias invisibles que pasan por lo mismo. No es justo que una empresa privada esté categorizando esos contenidos y poniéndolos arriba de lo que yo soy hoy”, dice Denegri en una conferencia de prensa brindada luego de las audiencias donde, junto a dos de sus abogados, explica una y otra vez con mucha claridad cuál es su pedido. “Entonces, ¿vos pretendés que tu nombre se borre del Caso Coppola?”, pregunta un periodista con pretendida inocencia, y una ya no sabe si son o se hacen.
El ensañamiento, la estigmatización y la violencia de género hacia Natalia siguen vigentes. Es increíble ver y escuchar a periodistas varones y mujeres haciendo preguntas y reflexiones cargadas de prejuicios. Que “gracias al caso ella se hizo famosa”, “iba a los programas por voluntad propia”, “nadie la obligaba”, “es parte de su historia y la tiene que asumir”, “en qué aspecto de su vida se vio afectada si hoy triunfa en Miami” o “cualquier delicuente va a pedir que borren su historia”, desconociendo en este último punto que en la causa judicial fue declarada inocente porque se comprobó que su vínculo con el acusado también había sido armado.
“Quiero que se entienda que yo no estoy pidiendo que borren noticias de la época. Soy periodista, jamás iría en contra de la libertad de expresión. Lo que pido es que al buscar mi nombre no aparezcan videos de la época que no transmiten nada informativo ni de interés público, y que por el contrario promueven la violencia de género y la violencia mediática”, subraya Natalia en una y mil notas que circularon en las últimas semanas.
Natalia en ese entonces tenía 19 años y, luego de pasar tres días en la cárcel, comenzó su raid televisivo. “En los programas de televisión me usaron. Me hicieron decir y hacer un montón de cosas que no entendía, pero que fui presionada a decirlas (...) me tuve que ir del país para poder desarrollarme profesionalmente porque quedé estigmatizada aquí en la Argentina. Nadie me daba una oportunidad”, afirma.
Entre sus argumentos, Denegri también señala que si las búsquedas online ligadas a su nombre remiten casi sin excepción a ese pasado, para ella, además de ser irrelevante en terminos periodísticos, es perjudicial a nivel personal. Natalia vive en Miami, rearmó su vida y formó una familia, y su trabajo como productora y periodista le valió varios premios Emmy. “Me niego a que Google le diga al mundo que yo soy esos videos porque yo no soy eso: ese es el personaje que la corrupción de los noventa quiso hacer de mí”.
En el medio de las audiencias también sucedieron cosas raras. Uno de los abogados de Natalia afirmó que “curiosamente muchos de los videos en cuestión no están más en línea y quedaron muy pocos”. Parece que Google no se quiso arriesgar y fue más allá de la desindexación que pedía el fallo de Cámara y, al menos por ahora, los eliminó. Lo mismo sucedió con las notas publicadas en Clarín y La Nación que, por decisión de los medios, ya no están más disponibles.
El Derecho a la Desindexación
En uno de los primeros envíos de este newsletter, allá por 2020, escribí sobre el caso de Mia Khalifa donde casualmente también hice mención al último fallo a favor de Natalia Denegri. El caso de Mia tiene algunas similitudes con el de Natalia.
Mia trabajó tres meses para la empresa Bang Bros, filmó seis videos porno por los que cobró 12 mil dólares. Su breve paso por la industria le valió para dar un paso al costado pero hoy, más de cinco años después y a pesar de dedicarse a otra cosa, nada más con escribir su nombre en Google aparecen enlaces a los videos y las palabras “estrella porno” asociadas a su nombre. Mia también se encuentra en un batalla para desvincular su identidad digital de la industria del porno.
La lucha de Natalia, como la de Mia, es por el reconocimiento de sus derechos digitales y, más precisamente, el que tenemos las personas para borrar, bloquear o suprimir información personal difundida a través de Internet, que de alguna manera afecte el derecho a la intimidad, al honor o a la propia imagen, o se considere un dato obsoleto que después de mucho tiempo carece de sentido. Con el (mal llamado) Derecho al Olvido no desaparece la información, pero sí se garantiza que sea imposible, o más difícil, de localizar. Está vinculado con la protección de datos y el derecho a la privacidad.
Tenemos derecho a decidir qué información personal queremos que esté publicada en Internet. Por supuesto que no todos los casos son iguales: no es lo mismo Natalia, aún siendo un personaje público, que una persona que ocupa un cargo en el gobierno. No es lo mismo publicar esa info personal por nuestros propios medios o que lo hagan otras personas, así sea que hayamos querido participar en ese registro. Siempre las responsabilidades, alcance e interés público serán distintos.
Respecto a la memoria colectiva leí por ahí un comentario que decía algo así: “Que Google olvide no significa que lo hagamos nosotros como ciudadanos. Durante buena parte de los últimos 46 años (en alusión al golpe de Estado ocurrido en Argentina en 1976) el motor de búsqueda no existía”. No puedo estar más de acuerdo.
En este caso el término desindexación se contempla para el espacio digital y en el navegador de una empresa puntual. No significa que el material vaya a desaparecer, la información seguirá existiendo inclusive en otros espacios y soportes: las hemerotecas o el propio acervo de los medios de comunicación por ejemplo, o incluso también en Internet, Google es el navegador más popular, sí, pero no el único.
Todavía no hay plazo establecido para la sentencia, lo que sí sabemos es que este caso podría marcar jurisprudencia al establecer un estándar sobre si las personas pueden pedir a los buscadores que dejen de exponer noticias del pasado que consideran perjudiciales a su honor, por supuesto siempre contemplando las particularidades y alcances de cada caso.
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Este fue el envío #47 de Siempre Cyborg Nunca Diosa. ¡Gracias por llegar hasta el final! Si te gusta mi newsletter, a esta altura ya sabés que me hace muy feliz. ¿Te llegó reenviado? Suscribite en este link. Si te interesa colaborar con el proyecto y estás en Argentina, podés comprarme un cafecito o simplemente compartirlo con tus amigues o en las redes sociales para que llegue a más personas ¡Todo suma! No dudes en escribirme por alguna consulta o sugerencia.
Te mando un abrazo, nos leemos en 15 días.
Ivana.