Frenemy es la combinación o fusión de dos términos en inglés: amigo (friend) y enemigo (enemy). En español, amienemiga. Según Wikipedia, el término se refiere a un enemigue disfrazade como amigue, o a alguien que es tanto amigue o colaboradora como rival o competidor.
Así estamos con la Inteligencia Artificial. Nadie duda de su utilidad y su gran potencial, pero tampoco podemos negar que muchos de sus usos son polémicos y hasta bizarros, como la modelo virtual marroquí recientemente distinguida como Miss Inteligencia Artificial 2024 o la nueva tendencia entre algunas personas de terminar vínculos utilizando IA porque “es más amable de lo que hubiera sido yo”, dicen.
Luego, están esos otros usos que meten miedo. Es el caso del nuevo comandante militar basado en inteligencia artificial que presentó China este año que, afirman, es capaz de realizar acciones, tomar decisiones y controlar ejércitos masivos de forma autónoma. Y si bien todavía lo tienen aislado en un sistema cerrado, el gobierno chino no descarta la posibilidad de que se convierta en una herramienta vital para el fuego real dentro de unos años.
“Lo avisé en 1984 y me ignoraron”, dijo el director de cine James Cameron, en una entrevista en la se refiere a la necesidad de establecer regulaciones internacionales para evitar un escenario similar al que describió en sus películas. Cameron no está hablando de la trágica historia de Rose y Jack en Titanic, sino de Terminator (1984) y su secuela Terminator 2: Judgment Day (1991) que, precisamente, tratan de los riesgos que puede provocar un desarrollo descontrolado de la inteligencia artificial.
¿Te acordás del argumento? Terminator describe un mundo postapocalíptico en el que las máquinas han logrado devastar la Tierra y esclavizar a la humanidad gracias al poder de Skynet, una inteligencia artificial. En 2029, cuando la resistencia liderada por John Connor está a punto de ganar la guerra, Skynet decide enviar a un robot humanoide al pasado para que acabe con la vida de su madre y no llegue a nacer.
Para el cineasta, la militarización de la IA es uno de los mayores peligros a los que se enfrenta la humanidad. “El uso de IA con fines destructivos podría desencadenar una nueva carrera armamentista, comparable a la nuclear del siglo XX”, sostiene.
¿Estará exagerando James? Muchas películas y series de ciencia ficción anticiparon desarrollos tecnológicos que hoy forman parte de nuestra vida diaria, incluso mucho antes de que fueran solamente ideas. Está claro que el abuso estatal de la IA y la automatización para la seguridad y el control de las sociedad -con el uso de herramientas de reconocimiento facial, por ejemplo- atentan contra nuestros derechos y nuestras sociedades democráticas.
Algunos países han empezado a trabajar en leyes que limiten los daños que pueda provocar esta nueva tecnología. La Unión Europea, por ejemplo, aprobó en marzo una ley que apunta al desarrollo de una «IA de confianza»: los sistemas basados en esta tecnología tendrán que demostrar que no son perjudiciales, incluso en sus aspectos no técnicos, y también obliga a altos niveles de transparencia.
El uso desmedido de la IA y la velocidad de su crecimiento y desarrollo provoca fascinación en las personas, pero también genera ansiedades y preocupaciones que impactan en los distintos ámbitos de la sociedad. Es realmente un problema generalizado.
Según el estudio AI at Work 2024: Friend and Foe [IA en el trabajo 2024: amiga y enemiga] publicado el mes pasado, la adopción de esta herramienta en los ámbitos laborales ha generado que, mientras más se la utiliza, la confianza de las personas en la IA y la IA generativa es cada vez mayor. Sin embargo, el 49% de quienes la incorporan en sus tareas con más frecuencia, sienten más preocupación ante la posible pérdida de sus empleos e incluso creen que su puesto de trabajo podría desaparecer en la próxima década.
Este estudio, que se realizó a través de una encuesta mundial de la que participaron más de 13.000 personas que trabajan en puestos directivos, mandos intermedios y equipos de empresas y organizaciones de 15 países y regiones, arrojó otro dato importante: la IA ahorra tiempo.
El 58 % de las personas encuestadas afirmaron que ahorran al menos cinco horas a la semana utilizando IA Generativa en el trabajo porque dejan de dedicarle tanto tiempo a procesos automatizados. ¿Qué hacen con ese tiempo? Según las respuestas, lo emplean para realizar más tareas (41%) o nuevas tareas (39%), experimentar con IA (38%) o trabajar en tareas estratégicas (38%).
Esto me recordó las palabras de Mailén García, Directora General de DataGénero. Para ella es clave pelear por el desarrollo de una IA que nos permita automatizar tareas mecánicas para que puedan ahorrar(nos) tiempo -por ejemplo, cómo extraer info para armar una base de datos- pero siempre con una instancia de verificación manual. No podemos pensar en desarrollar una IA para hacer predicciones sobre temas sensibles [un sistema para identificar a niñas “predestinadas” a tener un embarazo adolescente] o “ayudar” en momentos críticos, porque para eso estamos las personas.
En el FITS 2024, Mailén dijo:
“Durante mucho tiempo, pensamos que la inteligencia también la tienen otros seres porque es solamente pensamiento lógico, pero lo que dejamos de lado es que la inteligencia es algo más complejo que solamente la parte lógica de los humanos.
Sin duda es una parte importante de nuestro pensamiento pero, y ahí es donde creo que está el enorme desafío y también el problema y donde empiezan a aparecer los sesgos y otras cuestiones- no solo razonamos desde la lógica también lo hacemos desde las emociones. Y entonces es cuando nos resulta insuficiente o problemática la IA y sus desarrollos”.
Podés ver su intervención completa en este link.
En un mercado laboral con IA, ¿quiénes son más irreemplazables? se pregunta Raque Ogando en un artículo que me gustó mucho porque pone en evidencia cómo nuestros trabajos y las profesiones que elegimos nos condicionan, no importa cuáles sean. “Soy camarera -escribe Raque- como lo podría ser casi cualquiera. Pero, si ser irremplazable es lo que determina el valor de un trabajo en el mercado laboral, ¿quién vale más ahora que avanza la Inteligencia Artificial?”.
Sobre el ámbito en donde ella trabaja, dice: “Yo no veo a nadie preocupado porque la inteligencia artificial le deje sin trabajo. Al revés, lo que veo es a trabajadoras y trabajadores, a quienes siempre se les había tratado de reemplazables, sintiendo, por primera vez, que las personas más fácilmente sustituibles son, irónicamente, las que nos miran por encima del hombro”.
La escritora polaca Joanna Maciejewska, en un tuit que se hizo viral, definió a la perfección lo que nos está pasando con la Inteligencia Artificial:
“¿Sabes cuál es el mayor problema al impulsar todo lo relacionado con la IA? La dirección incorrecta. Quiero que la IA lave la ropa y los platos para que yo pueda hacer arte y escribir, no que la IA haga mi arte y la escritura para que yo pueda lavar la ropa y los platos”.
El tuit de Joanna generó un montón de reflexiones y artículos, entre ellos La IA y el ciclo natural de las palabras de Reynaldo Hernández, donde escribe: “Los errores y las fracasos tienen el hermosísimo, valiosísimo y muy útil rasgo de permitirnos aprender. Al escribir, ejercemos procesos mentales y tomamos decisiones. Si delegamos esos procesos en la máquina, si no erramos ni fracasamos, será muy difícil construir cosas nuevas, no habremos cachado ciertas revelaciones. Además, nos habremos perdido de la diversión de hacer lo que nos gusta hacer.
Si no construimos cosas nuevas estaremos interrumpiendo el ciclo natural de las palabras, dice Hernández. Eventualmente, las IA generativas no podrán generar oraciones porque “los lenguajes no se crean ni se destruyen: se transforman”.
En 1932 el filósofo Bertrand Russel escribió su Elogio de la ociosidad y otros ensayos, donde imaginaba que “con la técnica moderna sería posible distribuir justamente el ocio, sin menoscabo para la civilización” porque, precisamente, gozar de forma igualitaria de todas las bondades de sus avances y desarrollos nos permitiría reducir la jornada laboral a cuatro horas diarias.
Pues no mi ciela. Nuestro presente se aleja mucho del futuro que imaginaba el filósofo. Escribe Jaime Rubio Hancock: “Vamos camino de trabajar 12 horas al dictado de un algoritmo que nos dice qué tareas repetitivas hay que dejar listas. Las empresas que programan estos algoritmos aseguran que quieren un mundo mejor, pero su modelo de negocio consiste en vender una versión precarizada y sin derechos de trabajos que ya existían: de taxista a conductor de VTC, de repartidor a rider”.
Esa precarización laboral también está presente en el ejército de trabajadoras y trabajadores que sostienen los sistemas de inteligencia artificial, con tareas que van desde el etiquetado de datos para entrenar los sitemas automatizados hasta la moderación de contenidos. Un trabajo que las grandes corporaciones tercerizan, por el que se pagan salarios miserables y que, además, tiene enormes consecuencias para la salud mental de las personas trabajadoras. Para profundizar sobre este tema te recomiendo el segundo episodio de “La Internacional. Un podcast sobre el mundo del trabajo”, y el artículo “La explotación laboral detrás de la inteligencia artificial”.
Volviendo a la encuesta que te mencioné más arriba, en el informe se lee que la investigación expone “la naturaleza de doble filo de la IA y la IA Generativa. La familiaridad se correlaciona tanto con la comodidad como con el miedo. La inteligencia artificial es una tecnología revolucionaria, por lo que las reacciones opuestas que genera no deberían sorprender”.
Sin embargo, son justamente las reacciones humanas el verdadero desafío para las organizaciónes, las instituciones, las empresas, los gobiernos... en definitiva, cualquier ámbito en el que se incorpore la herramienta. La formación en IA sigue siendo clave para conocerlas primero, aprender a explorarlas y luego, poder desarrollar todo su potencial sin poner en riesgo a nada ni a nadie.
Hay que intentar buscar estrategias para que las IA generativas sean aliadas y no sean enemigas, dijo Jorge Carrión en una entrevista durante su visita a Chile. “La Inteligencia Artificial puede estimular, puede propulsar, es una herramienta extraordinaria para la creación de imágenes de vídeos o incluso de textos, pero a la vez puede ser un problema, porque puede limitar la imaginación, porque puede impulsar la pereza”. Y agrega:
“Está claro que el enemigo no son las IA o los robots, sino que son hombres y mujeres que toman decisiones, en general, en su beneficio y de su economía y no del bien común.
Para Carrión hay que reivindicar la precariedad que atraviesa ciertas artesanías. Reivindicar la sensibilidad y la mirada humana entrenada, y recordar que “incluso en un mundo en el cual el internet de las cosas y los sensores permitieran la percepción en tiempo real de todo, el que puede informar de verdad, in situ, es un ser humano”. No puedo estar más de acuerdo.
¡Muchas gracias por llegar hasta acá! Este fue el envío #80 de Siempre Cyborg Nunca Diosa.
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¡Nos leemos pronto! Un beso, Ivana.
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